viernes, 22 de mayo de 2009

+*+*+*MI TURNO+*+*+


El 12 de enero de 2004 emprendimos mi familia y yo uno de los viajes más significativos de mi vida, primero nos fuimos mi abuelo paterno, francisco  Mi papa, mi hermano, y mi prima Daniela y yo, quienes íbamos a escoger la finca en la que nos íbamos a instalar por una semana, Fue un viaje largo aunque íbamos en un carro cómodo era un Volkswagen gol, aquel que nos había acompañado en varios viajes familiares, llegamos calarca (Municipio departamento de Quindío) cansados y con ganas de piscina, luego buscamos un lugar en donde hospedarnos aquella noche, salimos a el pueblo a cenar algo que ese día nos pareció muy agradable, era una deliciosa bandeja paisa, plato típico de la región,  dimos una vuelta por el pueblo para conocerlo y luego nos fuimos al hotel a descansar un poco.

Al siguiente día nos levantamos temprano sin que nadie nos llamara pues en los paseos acostumbramos a despertarnos solos para disfrutar del día, como suele pasar cuando acomodábamos las cosas me di  cuenta  de que había olvidado algunos elementos de aseo, Salí con mi abuelo a comprarlos y quede asombrada de los precios bajos que había en calarca, mi abuelo me regalo un cepillo para el pelo que le costo $500, no recuerdo en donde esta, ese detalle quedo marcado en mi mente.

Unas horas después llegaba el resto de la familia, Mi mama Mi abuela marina, mis tías(os) y mis primos(as), Aquel día fuimos a buscar un lugar en donde hospedarnos puesto que no habíamos cumplido la misión del día anterior. A un km del parque del café vía Montenegro encontramos una finca muy florida  ,y completa, aunque para nosotros los niños con que tuviera piscina ya bastaba, sin embargo a las mamas les preocupaba que tuviera una buena cocina y un lugar para conversar y a los papas una buena zona de juegos y un televisor para no perderse el gran partido que iba haber.

La casa era de dos pisos en el primero una zona social grandísima, la cocina, baños y en el segundo las habitaciones y un balcón amoblado y con una hamaca llamativa a la vista, desde allí se podía apreciar la piscina y gran parte del parque del café. Lo cual para mí era un lugar agradable, cuando no estaba en la piscina estaba allí.

Fueron unos días inolvidables sobretodo porque en todas las comidas había frijoles y ellos ya no seguían siendo tan deliciosos como el primer día, pues al desayuno almuerzo y comida en todos los restaurantes nos ofrecían diferentes platos pero todos contenían frijoles.

Es una costumbre que en los paseos no falte la persona que se accidente y esta vez no pensé que fuera mi turno, al segundo día fuimos al parque del café y disfrutamos de diferentes atracciones turísticas , al llegar la noche nos metimos a la piscina a jugar con el hijo de la dueña de la finca, el niño era un poco brusco y empezamos a jugar con la manguera del agua, nos dividimos en 2 grupos de 4 a halarla, para saber quienes tenían más fuerza; por intentar ganarles apreté  muy duro la manguera y mis compañeros de grupo se soltaron y los otros ganaron pero yo no la había soltado  y resulte con las manos quemadas, al tercer día sin rencores salí a jugar con mis primos y con el niño, un rato después decidí broncearme pero intentando acomodar el parasol de la típica mesa de piscina se me atoro un dedo en el orificio de la mesa lo peor de todo fue que lo que me impedía sacarlo era un enorme tubo de hierro que sostenía la sombrilla, en ese momento llego mi hermano creyéndose superman y comenzó a tratar de sacarme el dedo empeorando el dolor y logro sacarlo algo que aun no logro creer , Esa noche mi tío carlós Rubén encontró unos sapos enormes y yo descubrí mi fobia por ellos; sin embargo todos mis primos se quedaron felices jugando mientras yo me iba a recostar en la cómoda hamaca del balcón.

La siguiente mañana desayunamos frijoles otra vez, viajamos a buga a conocer la iglesia del señor de los milagros pues las señoras de mi familia son muy devotas de él, allí compramos gran cantidad de escapularios y manillas para regalar. Luego de la misa como estábamos  cerca de Cali a mis papas les surgió la idea de ir a conocer, y emprendimos el viaje. Con  la sorpresa de que no era ni tan cerquita ni tan bonito, entramos por un sector industrial de olores fuertes, Luego anduvimos por las principales vías de la ciudad y emprendimos el regreso para Montenegro, no sin antes preguntar en varios pueblos por el tan famoso “champus valluno”, pero en ninguno de los pueblos lo encontramos, siempre nos mandaban para la droguería creyendo que era el del pelo, lo que si bebimos fue el tan delicioso jugo de uva, era la primera vez que lo probábamos.

Esa noche llegamos muy tarde a la finca así  que la siguiente mañana nos levantamos tarde algo que no había sucedido en todo el paseo, volvimos a desayunar frijoles y al almuerzo otra vez frijoles ya en la noche todos los hombres esperaban el partido y las mujeres esperaban que mi abuelita les leyera las cartas pues les había insistido  con un libro que llevaba de astrología, esa noche no encontré alguna distracción, ya que fui a donde mi abuelita y todas las mujeres estaban riéndose y asombradas de las cosas que les decía las cartas y yo quería saber que me deparaba el futuro, pero me sacarón diciéndome que era para grandes y que se me dañaba la suerte si me leían las cartas. Los niños estaban jugando con los sapos y yo aburrida me fui para el balcón a distraerme con la hamaca, queriendo jugar al columpio, enrolle la hamaca y me empecé a balancear en ella y cada vez más fuerte poniéndome el reto de ver la piscina, hasta que me que me balanceé tan fuerte que resulte dándome la vuelta, y en ese instante  caí de cabeza me empezó a salir sangre y como cada vez que me pegaba salí corriendo por toda la casa pero al parecer nadie me ponía cuidado me dirigí hacia mi papa y el creyó que yo estaba jugando y con un gran grito me dejo callada pero seguí corriendo y mis primos creyeron que corría por los sapos y mi mama creía que los estaba siguiendo, hasta que me encontré con la señora de la casa y ella asustada y aterrada del comportamiento de mi familia me puso hielo y me consintió como mis padres no lo habían hecho, como a la hora se dieron cuenta de lo sucedido cuando me vieron andando con un trapo blanco en la cabeza, gracias a dios esos siete días pasaron rápido y por fin dejamos de comer frijoles.

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